REFLEXIONES

 

Tardes de bruma, hojas y pequeñas cosas

Autor: Javito

 

Ha vuelto el otoño, y con él mis esperadas tardes de bruma y hojas.

Son aquellas tardes de sol envueltas de una especie de bruma o neblina y aunque el ambiente es frío, el calor del sol resulta deliciosamente reconfortante.

Son aquellas tardes en las que me apetece salir a caminar. Caminar por las calles, por los parques cubiertos con las hojas que han ido cayendo de los árboles. Son estas tardes en las que empiezan a encenderse las chimeneas y se percibe el olor de la madera quemada.

Tardes en las que uno es más propenso a abrir la mente y fijarse en muchas cosas. Cuando se toma conciencia que cada día está lleno de pequeñas cosas, pequeños detalles que hacen que el día sea especial a su manera. Las que en conjunto hacen que se formen los grandes acontecimientos.

El encanto de las pequeñas cosas es su sencillez. Pasan constantemente, pero resulta muy fácil no percibirlas, pues estamos siempre preocupados o pensando en tantas otras que las dejamos escapar.

Sin embargo, en las tardes de bruma y hojas es cuando se van sucediendo una tras otra las pequeñas cosas. En realidad no es que sucedan exclusivamente entonces, sino  que es cuando más abierto estoy a verlas y el hacerlo resulta gratificante.

Es ver a los niños jugar en el parque. Ver a los padres sonreír al verlos jugar.

Es recordar a los amigos. A los buenos amigos que te llenan el alma con su compañía. Son las ganas de darse uno mismo a los demás.

Es pasear de la mano de la persona a la que uno quiere. Contemplarse en unos ojos y sentirme perdido en su profundidad. Es dedicarse una sonrisa. Darse cuenta de la suerte de saber qué es amar.

Es quererse a uno mismo y querer a los demás.

Para mi, es ponerme contento porque llueve, o porque me he acordado que en la vitrina tengo figuritas nuevas para poner en el belén.

El belén… Es alegrarme porque falta poco para  Navidad.  Es llenarme de ilusión al pensar en que tengo muchas ideas que plasmar y cosas que construir para poder disfrutar y hacer disfrutar a los demás cuando esté montado.

Es el deseo de querer seguir viviendo, porque cuando uno percibe las cosas pequeñas, se siente lleno de tantas sensaciones que parece desbordar. Sentirse reconfortado, animado y muchas veces feliz con lo que uno tiene.

En estos tiempos que nos toca vivir, tan complicados en demasiados aspectos, deberíamos fomentar tener más tardes de bruma y hojas como yo las llamo. El nombre es lo de menos, pues para cada uno serán diferentes; de lo que se trata, es no dejar pasar ni desperdiciar las cosas pequeñas. El saber percibirlas, y mucho más importante, el saber valorarlas.

Nos llegan tardes de otoño. Y cada vez falta menos para Navidad.

 

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