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LA MONEDA

 

La moneda no empieza a existir en Israel hasta el siglo VII a. de C. Anteriormente la compra y venta se hacía por medio del trueque, costumbre que en las poblaciones pequeñas aún se mantuvo durante largo tiempo.

En el período del Antiguo Testamento se conoce ya la economía del dinero. Los tributos a los soberanos extranjeros se pagaban por lo general en dinero, aunque no siempre. Se mencionan, en efecto, rebaños, utensilios preciosos, tierras, ciudades, y coches como tributos.

También los jornales se pagaban de ambas formas (en especie o en dinero). Incluso los sacerdotes, y ya en tiempos de Jesús, recibían sus honorarios en especie.

Progresivamente empiezan a utilizarse metales preciosos: oro, plata y bronce, cuyo peso y valor se van fijando poco a poco; de ahí que muchas monedas tengan el nombre de los pesos. Se partían en trozos manejables, en forma de barras, anillos o lenguas, aunque al principio sin acuñar. A continuación se pesaban en una balanza con pesas ya contrastadas.

Así pues, en los comienzos el intercambio de dinero era una compensación en peso de distintos tipos de dinero: piezas mayores por las correspondientes piezas de menor tamaño.

En tiempos de Jesús, y muy especialmente en Jerusalén y en el Templo, el intercambio de dinero representó un papel importante. El impuesto del  templo había que pagarlo en siclos (antiguo peso sagrado). Había otras ofrendas que requerían el cambio en siclos, y no sólo para proporcionar la unidad adecuada, sino también para honrar al templo, el servicio litúrgico y, por tanto, al Señor mediante la unidad monetaria propia de Israel.

El dinero de las limosnas para las ofrendas no tenía que ser necesariamente el siclo; sin embargo, lo requería el respeto a Yahveh, pues no se podía utilizar ninguna moneda que llevase la imagen de algún ídolo o la efigie de algún soberano. Como tales monedas había que cambiarlas de continuo por monedas correctas y dignas del templo. El cambio en Jerusalén llegó a ser un negocio muy extendido.

En el atrio superior del templo (atrio de los gentiles), estaban los cambistas; por el cambio de la moneda cobraban una monedita, el "kollybos".

El depósito del dinero se hacía en las cámaras del tesoro, bien en el del rey o en la del templo. El templo funcionaba como una especie de banco en el que cualquiera podía depositar su dinero.

Para proteger el dinero de los ladrones se guardaba en cántaros de cerámica, éstos a su vez se enterraban bajo tierra.

El dinero que se llevaba encima, se guardaba en el cinturón o en bolsas de cuero especiales para el dinero.

Hasta el tiempo de Jesús en que la base de todas las compensaciones monetarias era el sistema monetario romano impuesto por el emperador Augusto, simultáneamente circulaban monedas diferentes como consecuencia de los frecuentes cambios de soberanos. Cada nuevo gobernante, además de acuñar sus propias monedas, dejaba en circulación las que hasta entonces habían circulado. A ello había que añadir también que el Gran Rey concedía a los reyes sometidos y a sus gobernadores que acuñasen sus propias monedas menores para uso local. Esto dio origen a que las monedas de oro y plata fueran las monedas imperiales, mientras que las de cobre o bronce eran las monedas provincianas.

 
Autor Faxcinatrix
Fuentes - Historia de la Cultura en la Biblia
- Manual de Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas
Imágenes - Manantial de recuerdos
 

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