LA CARPINTERIA DE JOSE

 

En el texto griego en que fueron escritos los Evangelios, la palabra usada por los Evangelistas para describir a José y Jesús es la de tekton. Con este término se denomina en griego a cualquier artesano especializado, pudiéndose usar indistintamente para herrero, albañil, cantero, escultor, artista, constructor, carpintero, etc. ¿De dónde salió entonces la tradición de que eran carpinteros?

La única referencia que tenemos al respecto se remonta a San Justino Mártir (filósofo y samaritano convertido al cristianismo) en el siglo II, quien nos dice que Jesús ocupaba su tiempo en la fabricación de arados y otros instrumentos de labranza,  lo cual parece más cercano a la herrería que a la carpintería. San Jerónimo (uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia), en la versión Vulgata de la Biblia (siglo V), traduce tekton por la latina faber, igualmente imprecisa, relacionada con nuestro verbo fabricar. No hay, ni en griego ni en latín, una palabra específica para designar carpintero. Aunque ya existía el término latín carpentarius, tenía la acepción de constructor de carpentae, que era un tipo de carreta usada en las Galias; sólo posteriormente recibió nuestro significado moderno.

Existe otra posible interpretación sostenida por muchos estudiosos de la Biblia hoy en día. Se basa en la relación semántica que tiene tekton con una palabra aún usada en nuestro castellano actual, "arquitecto", que proviene del griego architekton. Un architekton vendría a ser un tekton principal. ¿Pero qué significaba ser arquitecto en aquella época? Básicamente lo mismo que ahora, como se puede comprobar en los "Diez Libros de Arquitectura" de Vitruvio. Según esto, el oficio de José y Jesús habría sido una especie de arquitecto de menor categoría; algo comparable hoy en día a jefe de obras. Favorece esta interpretación el hecho de que Jesús nunca ilustra sus enseñanzas con parábolas y comparaciones sacadas de la carpintería sino de la construcción. Como ejemplos podemos poner los siguientes:

  • Lucas 14:28-30: Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que le vean comiencen a hacer burla de él diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar.

  • Lucas 6:47-49: Les voy a decir a quién se parece el que viene a mi y escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que construyó una casa; cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Vino una inundación y la corriente se precipitó sobre la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida. Por el contrario, el que escucha, pero no pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. La corriente se precipitó sobre ella y enseguida se desmoronó, siendo grande el desastre de aquella casa.

  • Mateo 7: 24-27 hace referencia igualmente a esta última parábola.

Otro dato a tener en cuenta sobre la posibilidad de su dedicación a la construcción es el hecho de que Nazareth se encontraba a escasas dos horas de viaje de la ciudad amurallada de Séforis, importante centro administrativo desde antes de que Herodes subiera al trono. Cuando éste muere, en el 4 a. C., se produjeron disturbios durante los cuales la ciudad fue saqueada y quemada, siendo sus habitantes vendidos como esclavos. Su hijo, Herodes Antipas, a quien le había tocado la tetrarquía de Galilea, inició de inmediato en Séforis un programa de reconstrucción a gran escala, con tal éxito que 70 años más tarde era considerada por Flavio Josefo la ciudad más importante de la región. Aunque habitada mayoritariamente por judíos, la ciudad tuvo una gran influencia griega, tanto que se mantuvo fiel a Roma durante las dos grandes revueltas judías de los años 66 y 131. Las excavaciones arqueológicas han encontrado restos de varios templos, diez sinagogas, dos mercados, un acueducto y varios edificios públicos más. En esa época las obras públicas eran adjudicadas por los magistrados de las ciudades a contratistas privados.

La tradición nos ha presentado a José y Jesús trabajando como carpinteros en Nazareth. Los arqueólogos que han excavado en aquella ciudad, descubrieron, que ésta en tiempos de Jesús, era una aldea mínima, sumamente pobre e insignificante. Sus pequeñísimas casas eran simples muros de barro con techumbre de ramajes. Un estrecho y limitado espacio de vivienda, donde se vivía precariamente y con un escaso ajuar. Ninguna familia hubiera podido sobrevivir en la ciudad dedicándose exclusivamente a la fabricación y venta de muebles en aquella época, y más teniendo en cuenta la costumbre de sentarse sobre esteras y cojines esparcidos por el suelo; donde los muebles, si los había, eran considerados artículos de lujo que pasaban de padres a hijos como preciada herencia.

En cuanto a los textos apócrifos, tampoco nos sacan de ninguna duda. Encontramos dos relatos sobre José:

  • En la Historia Copta de José el Carpintero, el propio Jesús relata a sus discípulos la historia de José, su padre, a quien en el II capítulo describe de la siguiente manera: [...] Era muy instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción [...].

  • Historia Arabe de José el Carpintero. Cuenta la misma historia, aunque presenta a José como [...] un hombre muy instruido en las ciencias, y fue sacerdote en el templo del Señor. Conocía el oficio de carpintero [...]

En cualquier caso, la representación en nuestros belenes de un taller de carpintería ha dado mucho juego a la imaginación de los belenistas.

 
 

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